Como viene siendo habitual en los últimos años el
circuito de Jerez ha vuelto a ser el escenario del pistoletazo de
salida de una nueva temporada de Fórmula 1. Durante los días 28 al 31
de enero el trazado andaluz de 4.428 metros ha permitido a las
escuderías comprobar si el esfuerzo realizado durante el parón tras el
final de la temporada ha servido para algo y ver en qué grado en
relación a los rivales.
Si en cualquier inicio de los test de pretemporada hay
gran expectación por ver los monoplazas sobre el asfalto, este año aún
era mayor si cabe debido a la gran cantidad de cambios normativos
introducido por la FIA para esta temporada. Una vez concluido el primer
test, se puede afirmar que esta nueva F1 no deja a nadie indiferente.

Donde más se aprecian los cambios es en el sonido: los nuevos motores
1.6 turbo no “rugen” de la misma manera que sus predecesores los V8
atmosféricos, especialmente en sus reducciones y pasos por el pitline.
También se traduce en que los monoplazas son entre 8 y 9 segundos más
lentos que la temporada previa. Ambas circunstancias parecen no gustar
a una gran mayoría de los aficionados, muchos de los cuales ya reclaman
cambios normativos o vaticinan la muerte de la F1.
Yo tuve la suerte de poder asistir al tercer y cuarto
día de esta primera jornada de entrenamientos, gracias a la amabilidad
de Mauro Apicella (head of Ferrari Club Scuderia) y de Enrique Ramallo
(presidente del Scuderia Ferrari Club Andalucía) quienes pusieron a
disposición de los miembros de los Scuderia Ferrari Club de Andalucía y
Madrid pases paddock para que pudiéramos disfrutar tanto de la vista
del circuito en la terraza como de lo que se cocía en el paddock, en
donde pudimos ver los diversos motorhomes de los equipos, a muchos
pilotos y a míticos como Niki Lauda o Frank Williams.
Si el año pasado era el que menos afluencia de público
había visto en los cuatro años que llevo asistiendo, este ha sido el
que más gente he visto en las diversas gradas del circuito y es que el
tirón de la “alonsomanía” se nota.
En cuanto a las sensaciones personales, a tenor de lo
visto en la pista, he de decir que las escuderías dotadas de motor
Mercedes suenan muy bien y van de maravilla, incluso logrando un cambio
de marchas más rápido que el resto en el caso de su propia escudería en
manos de Rosberg y Hamilton. En el segundo peldaño situaría a Ferrari,
la cual ha realizado una gran labor de búsqueda de fiabilidad.
Alonso
el último día realizó trabajos para perfeccionar las salidas y también
trabajó en la gestión de los procedimientos del coche, mucho más
complejos que en años anteriores. Debido a las condiciones
meteorológicas aún no podemos aventurar quién será más rápido: si el
asturiano o el finlandés Raikkonen. Lo que es seguro es que la batalla
entre ambos será dura.
Por el contrario, las escuderías dotadas de motor
Renault parecen que no van todo lo finas que quisieran y la fiabilidad
deja que desear. Si tenemos en cuenta lo visto en años anteriores, lo
que ha sucedido con Red Bull hay que tomarlo con precaución y no darles
fuera de la lucha por el título antes de que comience verdaderamente la
temporada. Pueden tener problemas, pero tienen equipo y recursos
humanos para paliar los problemas.
Finalmente me he llevado dos gratas sensaciones. La más
importante ha sido con Felipe Massa, a quien he encontrado renacido una
vez que se ha alejado de la sombra alargada de Alonso, incluso andando
por el paddock parecía otro piloto totalmente nuevo. Espero que le vaya
muy bien y logre ese punto que tenía antes del accidente y le permita
volver a luchar por el título mundial. La otra alegría me la dio el
piloto español Dani Juncadella, tercer piloto de Force India que puso
una gran madurez y talento a los mandos de su monoplaza.
Ahora los equipos deben centrarse en el análisis de los
datos recopilados en Jerez y centrarse en los próximos test que tendrán
lugar en Bahrein del 19 al 22 de febrero, sabiendo que ya queda menos
para que el día 16 de marzo se apague el primer semáforo que suponga el
inicio de verdad de una Fórmula 1 muy cambiada y que no gusta a todo el
mundo.